Siempre miré con estupefacción y envidia a los americanos de la tele desayunando torres de esponjosos panqueques y engullendo tiras de panceta crocante con una montaña de huevos revueltos suaves como nubes. ¿Nací en el continente equivocado, señor? En lo de mi mamá el desayuno nunca fue el alimento más importante del día. A ver,