Tengo recuerdos vívidos del agua negra azucarada que salía de la máquina de café sexagenaria de la aglomerada cantina de la facultad. Ese vasito de plástico cargado hasta el borde, con el cual debías hacer malabarismo para no caerte y empapar al de al lado con el líquido turbio temperatura lava. Ahora, si de algo